Hola, buenos días tengan ustedes y mejores fiestas estén pasando. Perdonen que les hable gangoso pero es que por Navidad siempre me resfrío. Es lo que tiene ser osito y andar a la intemperie. Sí ya sé: me van a decir que los osos no se resfrían, que por estas fechas hibernan. Serán los de verdad. Los osos falsos como yo, hechos de luces y alambres, nos acatarramos, sobre todo si nos colocan en una avenida, la del Mar, por donde corre un viruji que te hiela los peluches. Las estatuas de Dalí ni se inmutan pero eso debe ser porque son falsas. Yo soy un oso de pega, pura decoración navideña, pero no estafo. Observo. Profundo. O eso creo. O de eso trato.
Me tenéis preocupado. Os veo pasar juntos y cejijuntos, y me entristece comprobar que no sabéis muy bien el suelo que pisáis. Al menos, eso es lo queme parece a mí. Igual estoy equivocado, pero ya son muchos años de vigía. Me conozco el oficio. Parezco una estructura bonachona, un reclamo para niños candorosos, pero no os engañéis: soy un trol. Un trol nada peligroso pero, amparado en la nocturnidad y en el pobre camuflaje de unas luces que apenas me rellenan la panza, este oso os espía. ¡Un oso! Suena a mágico, ¿verdad que sí?; pero ahora que pedís milagros al bombo de la lotería, al saco de Papa Noel y a las alforjas de los Reyes Magos no os vais a sorprender por un toque sobrenatural más. Vuestros anhelos, vuestros pensamientos, pasan delante de este oso meloso como si fueran globos de algodón de feria. Globos rellenos de afanes, retos, fracasos, promesas, mentiras, delirios, alguna que otra alegría y mucha bilis por destilar. Globos pringosos con poco gas para elevarse sobre vuestras propias cabezas y que se oscurecen con el paso de los años. Cada vez más. Igual es sólo por la edad, aunque no lo creo. Más parece que la esperanza se os tiña de gris. Gris de grisú. Me gustaría rellenarlos de ilusión y de gas de melaza, pero no tengo más poder que el hipnótico ni más gases que los de invernadero.
Sólo puedo soplar bienaventuranzas sobre los niños, esos que me lanzan miradas golosas. Inocentes. Vuestros niños. Otros no. A esos otros los garrapiñan. Sí, ya sé que es Navidad, que estamos de fiesta y que sobran malajes para aguarlas. No ganáis pa cuñaos dando la cena de Nochebuena. Un osito navideño no debería meterse en estos berenjenales. Menos, en estas trincheras. Menos, constipado. Pero hace frío y fiebre, y el tiempo pasa. El tiempo cruje. Muerde.
Tic-tac ¿Hay alguien ahí?. Tic-tac ¿Desde cuando truena en el cielo de Nazaret?. Tic-tac ¿Son zambombas lo que se oyen?. Tic-tac ¿Qué estrellas son ésas que ciegan hasta a los camellos?. Tic-tac ¿Qué cometas son esos que no paran de desplomarse?. Tic-tac ¿Entre villancico y villancico no se escuchan lamentos?. Tic-Tac ¿Entre turrón y turrón no percibís hambre alguna?. Tic-tac ¿Cuanto de techo queda en los pesebres de Oriente?. Tic-tac ¿Donde se han metido los samaritanos?. Tic-Tac ¿Pero mira como beben los niños de Belén?. Tic-tac ¿Por quién repica el tamborilero?. Tic-Tac, ¿Noche de paz?. Tic-tac, tic-tac ¿Demasiados santos inocentes?. Tic- tac, tictac
¿Herodes como animal de compañía?. Tic-tac, tic-tac…TikTok, TikTok «¡Venga, sí papá, haznos una foto con el osito». TikTok «¡Sí, claro que sí, que soy yo, el osito acatarrado que siempre vuelve a casa por Navidad!». «Acercaos niños, que son noches de paz. Noches de amor donde los peces cantan en el río». «¡Sonreíd para la foto!, que no se diga».
Sonreíd, por favor, que sois la esperanza que me queda. La esperanza que ilumino con luz colorida. Ojalá cuando del TikTok paséis al tacataca, ojalá que cuando cambiéis vuestras arrugas de algodón por el cuero de la vejez, no se os halla borrado la sonrisa de la boca, ni la ilusión de la cara. Ojalá que en el mundo suenen panderetas y por estas fechas entonéis con este osito griposo canciones de amor. «¡Sonreíd, sonreíd, benditos!». Tic-tac, TikTok, tacataca… ¿Queda alguien ahí fuera?
Miguel Nieto es periodista.
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