Bastante sencillo. No, no todos son iguales, ni todos persiguen lo mismo, ni tampoco es cierto que nadie es de fiar ni que todos incumplen lo que prometen. Los que predican estos lemas quieren que no pensemos, que nos quitemos de en medio y los dejemos a ellos actuar a su capricho. La degradación que sufrimos de lo “político” va por ese camino. Dos afirmaciones previas.
La primera es básica. Todos los que se dedican a la “res pública” deben ser honestos e íntegros, incorruptos y defensores de los bienes públicos y ser consecuentes con sus principios. Sean del bando que sean. Y, consecuente con ello, deben respetar a los que piensen diferente; salvando las personas de las ideas que tengan.
La segunda es que deben gestionar lo mejor posible lo encomendado por los votos de los ciudadanos. Después de la crisis del 2008 que provocaron los bancos de Lehman Brothers… la teoría de que la derecha gestiona mejor es falsa y se ve concretado en nuestro Ayuntamiento que ese año tiene previsto más de 20 millones para pagar los desmanes de GIL. El truco de que la derecha gestiona mejor no se lo creen ni ellos. Unos provocaron una crisis mundial y otro casi nos llevó a la bancarrota.
La sociedad hoy en día, sea la que sea, se organiza con leyes que nos gobiernan de un signo o de otro. Es bastante sencillo. Son dos ideologías teóricas y prácticas muy diferentes en todos los campos de la sociedad. Y voy al meollo de la cuestión. Con todas las variantes, hay una ideología que confía en que el mercado se organice solo y, por tanto, en las sociedades y empresas privadas y en los intereses de estas. Dejarlo ir que ya encontrará las soluciones. Que el estado no se meta. El interés particular. El modelo USA. La otra no se fía y cree que hay que regularizar el mercado. Poner coto a lo privado y confiar en que el Estado busque la solidaridad y la igualdad de oportunidades para todos o por lo menos que limite los desmanes del mercado, compensando a los más necesitados. El interés general.
En pocas palabras: una defiende lo privado y otra lo público, con pequeñas limitaciones en una y otra postura. En el lenguaje más normal o se es de derechas o de izquierdas. Que quien defienda una ideología política actúe de acuerdo con sus principios, para mí ni es criticable ni censurable. Otra cosa distinta es que, quien los vote, se sorprenda de su política. Hacen lo que tienen que hacer porque esos son sus principios. Es de ignorante, de hipócrita o de falta de interés en lo común, pensar lo contrario. La desidia como bandera.
Pongo dos ejemplos para explicarme. Marbella con una población de casi 160.000 habitantes ofrece 120 plazas en sus tres guarderías públicas, quedándose Nueva Andalucía sin ninguna. Pocas, diría yo, escasas, insuficientes, ridículas: por poner algunos adjetivos. Mientras tanto la Junta de Andalucía en estos días ha devuelto al Gobierno Central 112 millones que hubiesen permitido 112.000 plazas de guardería para que doce mil familias pudiesen disfrutar de plaza pública y gratuita. Esos millones, que no se han querido, se han distribuido entre otras comunidades que solicitaron más fondos de los adjudicados en un principio. El argumento utilizado por la Junta de Andalucía es que no quieren desmantelar las escuelas infantiles concertadas -mayoritariamente católicas-. Increíble, pero cierto. Ahí está la prensa. Hay más datos de una apuesta de nuestro gobierno autonómico por la educación privada sea de cualquier nivel educativo. Sigo con otros datos. En el último año la J.A. ha dedicado mil millones a la escuela concertada -fundamentalmente católica, repito- que por su parte ha cobrado 31 millones en cuotas de actividades extra escolares y, de paso, ha suprimido 2.000 clases públicas. De nuevo ver los periódicos.
Andalucía está a la cola de las comunidades autónomas en gasto por habitante en sanidad pública y la segunda -169 días por paciente- en más tiempo de espera quirúrgica, con medio millón de andaluces que han rebasado el plazo máximo para un quirófano. En cambio, está a la cabeza de conciertos con la sanidad privada y ha dedicado más de 734 millones en los últimos cuatro años a la sanidad privada para que haga las funciones que ella no hace.
Mientras tanto los ciudadanos se quejan de la falta o condiciones de las plazas escolares, del servicio de los médicos, de las colas de espera o de las faltas de pruebas necesarias para diagnosticar cualquier enfermedad. Queja en los bares o mentideros, pero no donde debemos.
Entiendo perfectamente que un gobierno de derecha apueste por la sanidad, educación y dependencia gestionado por las empresas privadas. Son los suyos y a los que se deben. Racional, lógico, consecuente y nada criticable. Repito. Cínico e hipócrita es que pretendan vendernos lo contrario.
Yo y tantos otros nos podemos quejar porque no los hemos votado, pero quien lo ha hecho, no.
Rafael García Conde Ex-concejal del Ayuntamiento de Marbella.
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