Uno de los tesoros más desconocidos que alberga nuestra querida Marbella, se encuentra oculto bajo la inmensidad de su mar. Un mar azul intenso que recorre sus 27 km de costa sin tener identidad propia, ya que forma parte del Mediterráneo más occidental y el Atlántico más oriental. Un choque de masas marinas que impactan entremezclándose y constituyendo un ecosistema marino único, y muy especial.
LUCHA DE TITANES
Una de las características que más destacan en los fondos marinos marbellíes, es la eterna contienda entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. La batalla comienza cuando la masa de aguas frías procedente del salvaje Atlántico y que penetra con el viento de Poniente, choca contra la masa de aguas cálidas que aporta el Mediterráneo cuando ruge el Levante.
Así, en función del viento que sople, las aguas costeras de Marbella ofrecen un escenario diferente, con temperaturas que pueden oscilar drásticamente y que se hacen sentir en los cuerpos de los buceadores que se aventuran en sus profundidades.
Todo este conflicto de masas marinas, se transforma en un rico y muy diverso ecosistema submarino donde conviven especies típicas del Mediterráneo en plena armonía con las propias del Atlántico.
SU LECHO MARINO
En la Naturaleza, todo ecosistema necesita un lugar físicamente estable donde asentarse, para dar soporte a las especies que viven adheridas al él. Éstas a su vez, proporcionarán ventajas biológicas a otras especies que pueden desplazarse libremente.
En el caso de un ecosistema submarino, ese lugar estable es el denominado lecho marino o “bentos” y puede presentarse de dos formas en función de su consistencia. Si el lecho marino presenta consistencia dura, se denomina fondo rocoso, y si la presenta blanda, se trata de un fondo de limo, arenal, cascajo, o fondo de cantos rodados, según el tamaño de las partículas que lo componen. Aunque luego en realidad, el lecho marino se presenta entremezclando la arena con rocas, con praderas submarinas de plantas, jardines de gorgonias… constituyendo así, lo que se denominan fondos mixtos.
Significativamente y desde el punto de vista de la belleza, un ecosistema con una buena parte de sustrato rocoso, genera más vida y color, que un arenal por ejemplo, ya que las posibilidades de fijarse sobre la roca son mayores que las de hacerlo sobre las partículas de arena.
Lamentablemente, toda la belleza de un arenal submarino se encuentra enterrada a lo largo de toda su extensión, y hay que tener mucha paciencia y muy buen ojo, para detectar las huellas que delatan la presencia de sus criaturas. Aunque también encontramos excepciones, como la criatura que se ve en la siguiente imagen.
Marbella destaca más bien por fondos rocosos, fondos de cantos rodados, mixtos de arenales con barras rocosas, alguna pequeña extensión de praderas de la planta “Posidonia oceanica” y algunas extensiones a modo de jardines de algas, pero ya en menor proporción.
DANDO VIDA A LA ROCA
Como ya hemos avanzado, la función del bentos o lecho marino, es la de dar soporte a criaturas que no pueden desplazarse y necesitan un lugar estable donde fijarse. Y es en este punto, donde las algas y los llamados “invertebrados” juegan un importante papel preparando la superficie de la roca para hacerla un lugar habitable.
Las algas pueden tener forma de arbusto, o bien ser lo que se denomina forma incrustante -pues literalmente se extienden como alfombras incrustando con su estructura la superficie de la roca-. Las algas con porte de arbusto suelen ser principalmente de colores verdes, pardos y rojos, mientras que las incrustantes lucen tonalidades rosadas o púrpuras y son de consistencia dura, pues contienen un poco de carbonato cálcico para resistir así, el contacto de otras especies que “caminan” sobre ellas.
Junto a las algas, aparecen compartiendo la roca las esponjas, también en su versión incrustante y que se diferencia de las algas porque su consistencia es un poco más blanda. Además poseen en su estructura muchos “agujeritos” que son en realidad los orificios de entrada y salida de agua. Y es que las esponjas son auténticas bombas hidráulicas que filtran continuamente las partículas que hay en suspensión en el mar.
En último lugar, y no por ello menos importante, está el gran grupo de invertebrados conocidos como cnidarios y que incluyen a los hidrozoos, medusas, anémonas, actinias, corales, gorgonias….etc. Criaturas cuyo común denominador es la estructura de pólipo, ya sea de forma solitaria o formando colonias.
A grandes rasgos, un pólipo es una especie de copa cuya base alargada está hueca y en su parte superior más ancha, queda coronado por una serie de tentáculos dejando un agujero central que es la “boca”.
Estos tentáculos literalmente “cazan” pequeños peces, crustáceos, gusanos y restos de materia orgánica que cae de la columna de agua, gracias a unas células llamadas “cnidocitos” y que contienen un arpón enrollado en su interior que es capaz de inyectar una sustancia urticante que paraliza a sus presas.
NADANDO SOBRE EL BENTOS
Una vez se ha establecido toda una comunidad bentónica sobre la roca, ya hay comida y cobijo disponible para aquellas especies capaces de desplazarse por la roca como es el caso de los crustáceos, o bien nadar sobre ella, como es el caso de los peces.
En realidad se trata de crear un entorno que funcione en armonía, dependiendo los unos de los otros. Por ejemplo, las algas se nutren de luz solar, dióxido de carbono disuelto en el mar y forman su estructura que puede servir directamente de alimento para especies herbívoras -siendo el menor de los casos- o bien, sirviendo de sustrato donde se fijan pequeñas criaturas invertebradas que sirven de alimento a los que pululan entre o sobre las algas -la mayoría de los casos-.
Por tanto, la función de las algas es muy importante, ya que no sólo oxigenan las aguas para que el resto de criaturas puedan respirar a través de las branquias, sino que sirven de “soporte” para presentar alimento, poder colocar la puesta en forma de huevos y queden ocultas a la vista de sus depredadores.
Igualmente, las gorgonias, aunque son animales invertebrados, cumplen esa misma función presentando el alimento, siendo depósito de puestas y sirviendo a su vez de punto de fijación, de otras especies.
A veces hay tal competencia por el espacio en la roca, que los invertebrados se ven obligados a crecer los unos sobre los otros. Creando verdaderas esculturas vivas, que finalmente llegan a partirse en los temporales debido a su propio peso o bien son aniquiladas mediante lo que se conoce como “guerra química”. Un curioso proceso casi invisible, donde la especie que es colonizada por otra, libera sustancias nocivas para evitar que “construyan” sobre ella.
Por encima de este pequeño paraíso de vida, se establece la comunidad de crustáceos, moluscos y gusanos, principalmente, para disfrutar de todo un mundo de ventajas. Desde las inmediaciones acuden los peces y otras especies nadadoras, en busca de presas o bien en busca de un lugar tranquilo sobre la roca, donde depositar la puesta.
Por ello, es muy habitual encontrar las zonas menos profundas de rocas, llenas de color por toda la superficie y en su extremo más somero, una nube de peces que no cesan de buscar y buscar comida. Todas estas especies -ya sean peces o invertebrados- los llamaremos de ahora en adelante, especies bentónicas, ya que toda su vida pasa dependiendo -en mayor o menor medida- del lecho marino o bentos.
VIAJEROS DEL PÉLAGOS
Existe otro mundo aún más desconocido y es el que se denomina “pélagos” o parte alejada de la costa donde las especies son muy buenas nadadoras y no dependen en tanta medida del bentos. Son conocidas como especies pelágicas y entre ellas se encuentran los peces de gran tamaño como atunes o tiburones, ballenas y delfines, tortugas, etc.
Ellos realizan grandes desplazamientos por las aguas abiertas y acuden a la línea de costa de vez en cuando a alimentarse, descansar, o bien realizar la puesta, apareamiento o nacimiento de sus crías como es el caso de los cetáceos y algunas especies de tiburones.
En el caso de Marbella debemos sentirnos muy afortunados, ya que tenemos continuas visitas de especies pelágicas como son las ballenas y delfines que realizan una ruta migratoria a través del Estrecho, e igualmente sucede con los túnidos -grupo de especies similares al atún- que cada año suben y bajan bordeando nuestras costas.
Esta suerte que tenemos de poder presenciar estas emblemáticas especies pelágicas cada año, impone una gran responsabilidad: conservar el estado de las aguas y las costas, lo más óptimas posibles para sus habitantes. Y más importante aún, regular sus capturas para disminuir las accidentales y optimizar las perseguidas con fines económicos. Sólo conociendo la importancia de su complicada biología y estrategias de reproducción, estaremos a la altura de conseguir una armonía entre conservación y explotación de las criaturas marinas.
UN TESORO VERDE
Y ya para finalizar esta introducción a la biología marina que presenta la costa marbellí, os descubriremos uno de los ecosistemas más primitivos e importantes del Mediterráneo. Las praderas marinas que conforma la planta de origen terrestre, “Posidonia oceanica”, que un día decidió volver al mar, empujada por la competencia en tierra firme y que logró expandirse como uno de los oasis submarinos más productivos y hermosos del Mediterráneo.
Conocido por los buceadores como el bosque marino mediterráneo, este ecosistema es muy similar en estructura y aspecto al de un bosque terrestre. La planta es -evolutivamente hablando- “superior”, lo que significa que NO es un alga sino una planta con tejidos vegetales diferenciados, capaz de producir flores y frutos.
La conocida también como “Hierba de Poseidón” extiende sus raíces sobre el arenal formando plántulas que a su vez están todas interconectadas bajo la arena mediante lo que se denominan rizomas y forman extensiones más o menos densas bordeando la línea de costa. Siendo aquellas más antiguas, las más densas, mejor estructuradas y las que mayor diversidad y riqueza en especies alberga.
Antaño, Marbella estaba recorrida por una amplia y densa barrera verde de P. oceanica paralela a su línea de costa, al igual que sucedía en toda la cuenca del Mediterráneo. Su función biológica en el ecosistema marino es la misma que tiene la Gran Barrera de Coral en el continente australiano, es decir, protección contra el embate del fuerte oleaje, concentración de especies marinas y guardería de larvas para posterior salida de juveniles que repoblan otras áreas cercanas. Lamentablemente todo este cinturón verde de vida marina hay ido desapareciendo,debido principalmente a la contaminación, fondeos masivos, dragados de arena y construcción mal geolocalizada de los puertos.
Afortunadamente, aún tenemos una pequeña pradera cercana a la salida del Puerto Deportivo de Marbella que luce todo su esplendor y cuyos secretos reservamos al lector, en el próximo reportaje dedicado a dar a conocer toda la magia de este “Bosque Verde”. Igualmente le invitamos a participar en los talleres y actividades de biología marina, que este verano tendrán lugar en Marbella, organizados por Marbella Activa, en colaboración con el Ayuntamiento de Marbella.
Nora Cámara Fernández.
Bióloga marina, buceadora y periodista.
Gracias por tu primer y gran artículo en nuestro blog que nos enseña ese mundo para muchos desconocido que es el medio marino.
By: MarbellaActiva¡Estupendo, Nora! Es un lujo disfrutar de tus trabajos, de tus conocimientos y de tu forma de contarlos. Nadie mejor que tú para enseñarnos, de una forma precisa y amena, los tesoros de la biodiversidad. Espero leerte pronto otra vez!
By: Marta HerreroFantastico trabajo Nora. Enhorabuena me ha encantado no solo por la forma de contarlo, tambien por lo que puedes aprender con este articulo. Es un lujo y un orgullo para Marbella activa contar con trabajos como este y sobre todo que podamos dar a conocer nuestros fondos marinos a traves de personas expertas como tu. Saludos.
By: Antonio Figueredo Navarrete.