SOBRE LA URGENTE NECESIDAD DE CAMBIAR LAS IDEAS QUE TENEMOS EN NUESTRA SOCIEDAD SOBRE LA EDUCACIÓN QUE DEBEN RECIBIR NUESTROS HIJOS E HIJAS
Leí hace poco una frase que me impactó: “No estamos en una época de cambios, estamos en un cambio de época”
Los avances científicos y tecnológicos están alcanzando tal velocidad y variedad que nos abocan a un futuro próximo que produce vértigo. El desarrollo de la Inteligencia artificial y la robótica, la investigación biomédica y la ingeniería genética, la nanotecnología y los nuevos materiales, la neurología y estudio del cerebro, el desarrollo de nuevas fuentes de energía,… y un sinfín de campos más producen cada día nuevas propuestas para abordar los problemas y las necesidades de los seres humanos de forma más eficaz y más sencilla. Todo anuncia que la vida en el planeta Tierra va a cambiar en pocas décadas de forma radical con consecuencias impredecibles para la mayoría de la población. . Todo ello si se logra parar el posible cataclismo que puede producir un cambio climático catastrófico
Nuestros niños y niñas van a ver cómo se curan enfermedades incurables, y cómo se desarrollan robots y máquinas que nos facilitarán las tareas penosas que ahora nos agobian; pero también van a tener que abordar cuestiones trascendentes como estas: ¿vamos a permitir que se puedan seleccionar genéticamente a los hijos?¿Vamos a permitir intervenir en nuestros cerebros y nuestros cuerpos incorporando prótesis que nos hagan muy superiores a nuestras posibilidades biológicas? Si llega el caso,¿ cómo regularemos la posibilidad de prolongar la vida de forma muy significativa?
En el ámbito del trabajo y la vida en sociedad preocupan a ilustres pensadores temas fundamentales: ¿Cómo van a ganarse la vida las personas en ese futuro próximo? La mayoría de profesiones que hoy conocemos desaparecerán como tales, en realidad, ya están desapareciendo de forma silenciosa pero imparable. Con la Inteligencia Artificial y la robótica todos las profesiones relacionadas con el transporte de mercancías y viajeros, con bancos, dependientes, cajeros, mecánicos, incluso arquitectos, ingenieros, médicos… podrán ver muy reducidas sus posibilidades de trabajo. Ya se está anunciando, cada día sale una noticia sobre el tema para ir creando en la población la conciencia de su inevitabilidad.
Las noticias sobre el tema nos llegan envueltas en continuos campeonatos de fútbol o de toda clase de deportes o programas sobre realitys o sobre nuevos talentos y en interminables series televisivas con gran capacidad adictiva, combinadas con la interminable cadena de corruptelas políticas o catástrofes naturales.
La actualidad se presenta cada día como una torpe diatriba política que se aferra a la noticia del día a día y se olvida de la visión estratégica: ¿Qué haremos mañana?
Me preocupa el futuro de mis hijos, de nuestros niños y niñas, porque conociendo la historia, he comprendido que la tentación de algunos por querer acaparar todas las ventajas del avance científico y tecnológico para ellos será grande. Si a la mayoría nos pilla sin información y sin la formación adecuada para responder a los retos de obligar a que triunfe la verdadera democracia y a que se legisle que los avances sean para todos y todas y no para una élite minoritaria, llegaremos a vivir la época más negra y contradictoria de la historia. Teniendo la posibilidad de integrar a todos, sólo se beneficiarán unos pocos.
¿Qué se hace con los taxistas y camioneros, con los conductores de autobuses, trenes, aviones, barcos… si se imponen los vehículos autónomos, por poner un ejemplo?
Desde ya debemos saber cómo se reciclarán y si tendrán derecho a un trabajo digno. Es muy preocupante leer que en foros como el de DAVOS donde se reúnen los poderosos del mundo, se está hablando sobre estos temas, incluso sobre institucionalizar un “salario social” que se repartiría a cambio de nada para contener o contentar a toda la población que, en esta lógica, será excluida de la cuarta o la quinta revolución tecnológica.
Yo empezaría a trabajar en nuestros hijos e hijas, alumnos y alumnas, la capacidad crítica y creativa, el desarrollo de valores como la solidaridad, la justicia y la democracia como el currículo más necesario para el futuro próximo.
Tenemos que dejar de lado nuestros posicionamientos políticos como “derechas” o “izquierdas” porque están obsoletos ante los cambios que se nos avecinan. Las estadísticas son claras: la riqueza se concentra cada vez más en menos manos, las clases medias se van disolviendo en la precariedad y sólo la solidaridad como valor supremo nos puede salvar de la paradoja de estar llegando a un mundo donde será posible superar la pobreza e incluso la enfermedad o al culmen del continuo error humano de la avaricia.
Les recomiendo que, entre fútbol y cotilleo, vean programas como los que ha grabado Iñaki Gabilondo: “¿Cómo será el mundo cuando yo no esté? Los emiten por Movistar, pero se pueden ver también en Youtube y debemos empezar a hablar sobre los temas que deben preocuparnos para el bien de nuestras próximas generaciones.
Les dejo trabajo para reflexionar y los emplazo para nuestra próxima entrega. Un saludo
Manuel Mellado. Socio y coordinador del proyecto educativo de Marbella Activa. Medalla de Oro al Mérito Educativo por la Junta de Andalucía 2017.
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