En Marbella también hay una ciudadanía comprometida

 

En Marbella hay una ciudadanía comprometida y la ha habido. Ahí están las dunas de Artola o el Pecho de las Cuevas para demostrar que la locura de unos pocos que pensaron que sí podían, los pusieron a salvo de la voracidad del mercado, de ese capitalismo con el que no se atreve la casta política que dice que nos representa, que está ahí para ocuparse de nuestros problemas (¿de nuestros problemas?). Sin esos locos, ese espacio natural único habría desaparecido entre chiringuitos y tumbonas y ese polideportivo Paco Cantos, desde el que hoy disfrutamos de unas vistas privilegiadas después de hacer un rato de deporte, sería una cadena hotelera

 

De todas formas, no te creas que están a salvo del todo. Volverán sus voces a tratar de convencernos de la pérdida de puestos de trabajo que significa ese espacio y volverán a dividirnos y a enfrentarnos. Nunca nos dirán que a largo plazo esas medidas nos llevarán a la pérdida del lugar de privilegio que todavía conservamos de cara al turismo internacional, nunca nos hablarán de la pérdida de biodiversidad que eso significa y de las repercusiones que ello supone en nuestra salud. A ellos qué más les da: el día de nuestro declive se irán a explotar otros espacios vírgenes con la misma cantinela de que les van a hacer un favor creando puestos de trabajo. Y, por supuesto, las autoridades de ese nuevo lugar les pondrán la alfombra roja a su paso y les liberarán de ciertas cargas tributarias, no sea que se molesten y decidan irse a otro lado.

 

Como verás, querido vecino, cada día somos más necesarios. Si no salimos nosotros en defensa de lo nuestro, nadie lo va a hacer por nosotros. Esta ciudad puede llegar a ser lo que queramos que sea, pero tienes que salir de tu burbuja y empezar a mirar para forjarte una opinión. Recuerda que “el mundo no será destruido por aquellos que hacen el mal, sino por aquellos que los miran sin hacer nada” (Albert Einstein).