Son esos días en los que asumo todas las posibilidades, sin aspiración alguna de alcanzar verdades, con la idea de respirar las horas…días en los que abrazo la realidad más efímera e insignificante, pensando que me podrá suceder todo y nada a la vez. En los que despierto libre y me echo a volar, en los que olvido todo y salto a mi bicicleta, y no pienso, no pienso. Escribir unas notas sobre el otoño, avanzar en equilibrio imperfecto y tocar el timbre sólo por recordar su tonalidad, detener la marcha, apoyarme en un árbol, perder el tiempo con los ojos cerrados. Esos días de silencio, de silencio de mar. Esos días que me permiten ser sólo yo.
Este texto ha sido escrito desde el vacío profundo de las no ideas, mis manos han ido trazando palabras libres durante una tarde de otoño en la que nada especial ocurrió salvo una tormenta que entró en la ciudad desde el mar, por sorpresa. La lluvia torrencial barrió todos los conceptos debidos y responsables, quedó lo nunca pensado. Después de unas ochocientas palabras más hablando de lo mismo quedará lo esencial, lo inútil e incomprensible. Quedará lo no productivo, lo no tangible, vendible, probable o recortable. Nada que se pueda copiar y pegar. Hace unos días un amigo se acercó para saludarme, “¿y qué vas a hacer hoy?”, no voy a hacer nada le dije, se quedó un poco desconcertado…“¿cómo que nada?”, pues lo que has oído: hoy no voy a hacer Nada, no tengo obligaciones ni planes, ni acepto sugerencias, no voy a producir, ni a consumir, ni a seguir una agenda. No entendió nada, por supuesto, pero es que hay días que tampoco estoy para convencer a la gente de nada.
Cada día de rebelión mi sombra es una melodía de Sbjorn Svensson Trío, mis pasos podrían son los toques de su piano, y el paisaje parece circular lento junto a mi bicicleta negra. Esos días en los que, sin haberlo decidido así, me siento el hombre más en paz del mundo. Contemplar el mar gris de noviembre, abrir un libro por una página cualquiera, liberar los pensamientos para que huyan. Son días sin lógica pero con todo el sentido. No hay una tarea próxima que hacer, no hay recordatorios, notificaciones, ni sobresaltos. En ese paisaje de otoño los grandes cruceros se adosan vagos al Muelle de Levante, varios hombres andan en pensamientos perversos, mujeres varias practican running de género, y hay diversos perros, perros trotadores, atados a las manos de sus dueños, amos varios atados a sus diversos sueños. Esos días no ocurre nada. Nada que reseñar, gracias.
Mi vida se concentra cada vez en menos cosas y tareas. Cada vez menos, cada vez más lento, pero estos días de callar se reducen aún más: a la ausencia, la esencia, la rebelión, la resistencia, rodear la felicidad acercándome por momentos. Vivir a caso hecho.
Son días de gozosa incertidumbre, de no planear más que lo justo, no más alláde noviembre, y ni siquiera eso. De levantar barricadas de noes y silencios. Mañanas de almas sueltas, cruzando el horizonte como veleros, almas resueltas a la caza de vientos. La Nada es no pensar durante esos días, pero no lo puedo explicar, ¿quésería de la nada si se pudiera contener en un pensamiento?, ¿y qué paz queda después de tanto pensar? No, esos días no pienso.
Venimos de la Nada. Si alguien cree que viene de algún sitio concreto pues enhorabuena porque ya sabe a donde volver. Yo no séa dónde tengo que volver, ni séa donde voy cuando me despierto en esos días de círculo perfecto, ya rehuyo los despertares geométricos: el día que te despiertas sabiendo todo lo que tienes que hacer y cumplir…ese día estás perdido, porque ya no eres.
Este ha sido un texto reflexivo, pero superficial; se refleja en su propia superficie. Tan pronto como sus palabras se leen se pierden para siempre, se evaporan como los pensamientos. No te puedes agarrar a la belleza, la felicidad estáhecha para soltarla. No hay nada mas vacío que una superficie, de hecho una superficie es lo más parecido a la nada: es la capa más expuesta o aérea de cada cosa o cada cual, o es el aire que se posa encima. Reflexivo y superficial. ¿Y qué crea reflexión? Lo que sólo contiene vacío; no hay nada en el espejo, sólo aire tibio frente a su reflejo, y hay mucho menos en los días de rebelión. El reflejo de una superficie es como una idea; su propia reflexión elaborada, la reacción química que hace que te creas lo que tu mente te ha pensado.
La superficie es ese borde fascinante y burlón de los mundos, de nosotros, que se deja acariciar por nuestros dedos, por nuestras miradas embaucadas.
Renunciando a todo, sentado sobre la hierba mojada de la playa, una tarde en pausa de noviembre. La bicicleta detrás, callada, conteniendo todo el horizonte. Circular.
©JoséMaría Sánchez Alfonso, noviembre de 2018.
Genial rebeldía, la rutina idílica de un día en un mundo veloz e imparable.
By: Juanjo R. CrossaHe tardado en dar contigo si lo pienso desde Noviembre. Recién nacido en mi admiración..., si no lo pienso.
By: MónicaMuchas gracias Antonio, eres un lector de lujo. No es la escritura, es la lectura que se hace. Un abrazo
By: Jose MaríaEnhorabuena José María porque haces una poesía continua desde la reflexión y una mirada observadora que mira la vida que se mueve a su alrededor.
By: Antonio Figueredo Navarrete