Empiece usted el curso pensando que todo sigue igual, que la LOMCE no tiene futuro, que, al menos este curso, no se van a modificar los criterios de acceso a la universidad. Pero hágalo con un ligero mosqueo: ¿y si al final deciden cambiarlo? Trate de aparentar seguridad delante de sus alumnos para que no vayan a sospechar que el esfuerzo que les está pidiendo pueda ser en vano. Busque y rebusque las famosas orientaciones del curso 2016-2017 en las páginas del Distrito Único sin resultado alguno. Lea lo que algunos periódicos se atreven a afirmar con rotundidad: se va a mantener el mismo formato. Y siempre citan fuentes bien informadas. Escuche a la presidenta de la Junta de Andalucía sacar pecho a la hora de afirmar que tal y como os prometí, la LOMCE no se hará efectiva. Y descubra el día 21 de Febrero que todo es mentira, que la LOMCE está aquí y que se modifica sensiblemente el modelo de examen. Y todo esto, ¿a quién le importa?
Me apena pensar que la Junta ha claudicado; pero a mis 63 años ando ya un poco curado de espanto sobre las acciones de los políticos. Confiaba bastante más en mi universidad. ¿Cómo es posible que no se negara la UMA a llevar a cabo este cambio a estas alturas del curso? Nadie mejor que ella debería saber que esta propuesta era una falta de consideración grave a nuestros alumnos, a todos los profesores de Historia y a la asignatura misma. ¿Cómo es posible acercarse a la Historia eliminando los textos, las fuentes documentales? Esta Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa nos propone un modelo de examen absolutamente memorístico y pretende obligarnos a desarrollar un temario que no nos dé el mínimo respiro, no sea que nos dé por pensar, por desarrollar el espíritu crítico y ya se sabe que eso siempre es peligroso. Y mucho más tratándose de algo tan comprometido como la Historia.
Y todo esto, ¿a quién le importa? Pues me importa a mí y a mis alumnos que van a tener que hacer un esfuerzo extra a estas alturas del curso. Porque ¿sabe usted una cosa, señor ministro?, esos chavales se están jugando su futuro en esa prueba, se están jugando una puntuación que les permita entrar o no en la carrera que desean. Si alguien más hubiera pensado en ellos, podría haber buscado una solución transitoria para este curso: se podrían plantear dos modelos de pruebas, la antigua y la nueva, para que nadie saliese perjudicado. No se debe, señor ministro, plantear cambios de esta naturaleza a estas alturas del curso. Pero eso a usted, ¿qué le importa?
Francisco Cervera. Docente y coordinador educativo de Marbella Activa
Leave a Reply