La cultura es un cuerpo vivo que crece día a día alimentada por los ciudadanos que componen un pueblo. Este edificio tiene cuatro columnas esenciales, a mi entender, que lo sostienen y que hay que cuidar con mimo, cuatro raíces que le sustentan y le hacen desarrollarse.
La primera y esencial es la que aporta cada persona para si y para la colectividad. Todo ser humano, todo, repito, tiene la capacidad de crear, de desarrollar de la nada algo distinto y diferente y, por supuesto, bello; de transformar lo que tiene cerca en algo diferente y nuevo. Ello nos distingue de los demás seres que habitan esta tierra. El instrumento varía: pueden ser unos colores, unas palabras, unos alimentos o simplemente un hilo. El resultado final tiene un valor importante para el individuo y para la sociedad. Es la cultura en estado puro. Pero los ciudadanos necesitan disponer de los medios y de las personas que le ayuden a sacar lo mejor de si mismos. La cultura es un proceso dinámico que cada individuo posee y que encuentra en su ejercicio creativo, un vehículo de expresión que solo hay que facilitar, facilitar, repito, los recursos a los que una mayoría de la población no ha tenido acceso Este pensamiento fue la base de la creación de la Universidad Popular, después cambiada en su nombre, en su función y organización en Arte y Cultura. La crítica al cuidado y atención actual por parte de sus responsables la dejo a vuestro análisis. Sí quiero señalar que se quedó en el cajón el proyecto de las escuelas de artes en horas extraescolares, como forma de darle medios a nuestra juventud para que pudiesen desarrollar los tesoros que seguro guardan y que no encuentran medios de desarrollar. A disposición de la actual Corporación queda la idea.
El segundo elemento esencial es la investigación, defensa, cuidado, divulgación y restauración del Patrimonio. La cultura es una forma de ver la vida, vivirla, y, por supuesto, es necesario mirar hacia atrás y recuperar lo más autentico y creativo de cada pueblo. Sin identidad no hay posibilidad de crear cultura. Sin conocer la realidad donde vives y, por supuesto, su pasado, no podemos avanzar ni personal ni colectivamente. El patrimonio de nuestra ciudad es rico, amplio y extenso, lo mismo que desconocido, olvidado y abandonado. Desde los fenicios hasta ahora multitud de pueblos nos han dejado su cultura que ha creado la idiosincrasia de nuestra ciudad. Solo unos pocos ejemplos para ver como estamos: el convento de la Trinidad y el Trapiche del Prado para señalar cómo lo tratamos; o la inexistencia de un equipo de arqueólogos municipales, hablamos de cuatro mil empleados municipales, para investigar, controlar y sacar a la luz nuestra riqueza patrimonial. Tan importante como protegerlo está el interés por hacerlo llegar a los ciudadanos a través de publicaciones, premios de investigaciones históricas, visitas guiadas de residentes y turistas como un museo municipal que cualquier ciudad, con menos categoría que la nuestra, tiene.
Sin infraestructura material no hay posibilidad de crear cultura. Cuando hablo de infraestructura, hablo de edificios no de locales comerciales, como mínimo inadecuados, donde desarrollar la capacidad creativa de nuestros ciudadanos. ¿Cuántos centros culturales hay en nuestra ciudad o bibliotecas que se cierran como la del mercado o se ceden para el uso de una cofradía? ¿Cuántas salas de exposiciones, ludotecas, museo de costumbres populares, arte o de historia local…? Centros donde realizar actividades creativas o donde visitar nuestro patrimonio cultural como museo de historia o de costumbres populares o exposiciones de arte -aun recuerdo aquellas magnificas Bienales de Arte-. Cerca tenemos el ejemplo de nuestra capital que se ha convertido en un referente cultural con sus museos para una actividad no solo cultural sino también económica.
La cuarta columna se centra en la necesidad de la animación cultural. Organizar actividades dinamizadoras, hasta provocadoras, como teatro en la calle, murales… implicando a los creadores locales. Sí. En esta columna cabe y son importantes los espectáculos de teatro, exposiciones en sala municipales, cine club o temporadas de música. Son vistosos, atractivos y necesarios para impulsar la creación de todos; aunque den una imagen distorsionada de una realidad cultural. Los espectáculos son necesarios como referentes donde mirar y aprender y, en este sentido, reconozco la dedicación y esfuerzo de esta Corporación en la compra de programaciones de teatro, conferencias, música o poesía; pero una pata sola no mantiene en pie una política global municipal.
Existe personal de sobra, presupuesto y carencias para iniciar una labor global que mejore la calidad de la cultura en nuestra ciudad. Y, por supuesto, es necesario un debate ciudadano sobre la cultura que queremos, sin menoscabar la que se realiza en la actualidad.
Rafael García Conde.
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