Lo sabrán. Imposible no saberlo. Nuevo estadio de fútbol para Marbella. Que dicen ahora que esta vez sí que sí. A lo grande. Para 10.000 espectadores. Con un presupuesto de 130 millones de euros. O sea, también más grande. Adjudicado al mismo beneficiario: el Marbella FC, que dicen que es una fundación. Una fundación deportiva, se supone que sin ánimo de lucro. O sí. A saber. Se trata de una concesión por 75 años. La máxima que puede otorgar un Ayuntamiento de un bien público. Preciado. Mucho, se diría.
Hubo un concurso de ideas, hace ya años, que dicen ganó la empresa BOY, que está detrás de este nuestro equipo de fútbol que, por lo que yo sé, milita en lo que antes denominábamos categoría regional. Le han adjudicado al Marbella —o a la BOY, como ustedes prefieran— la construcción del nuevo estadio, que auguran finalizado para 2026. Tan moderno y amplio va a quedar que aspira a subsede del Mundial de Fútbol de 2030. Largo nos lo fían, pero de esperanza también se vive ¡Ah!, y que no falte el reclamo de los puestos de trabajo: Ochocientos directos. Indirectos otros tantos y hasta inducidos —un curioso término en alza— para sumar unos 1.600. Ampliables a 2.300. El impacto económico de la operación, entre 36 y 50 millones de euros. No me ha quedado claro si hablan de volumen de negocio o de rentabilidad para el municipio. No han quedado claras demasiadas cosas, pero el balón ya está de nuevo en el terreno de juego. Por construir.
No parece que este Ayuntamiento haya tenido nunca la intención de afrontar directamente la construcción del estadio municipal. Era viejo y sufría algo más que fatiga de materiales. Hace años llegaron a la conclusión de que había que demolerlo y levantar otro. Pero parece que la obra le viene grande al municipio, que no hay dinero, así que nada mejor que licitarlo. Al mejor postor, se deduce. Pero si al ayuntamiento no le salen las cuentas ni las ganas, otros para ponerle ganas necesitan que les salgan las cuentas. Y los números parece que sólo salen no ya con la entrega de una estratégica parcela de suelo público, sino con su recalificación y explotación. Sin complejos, faltaría más.
En la ciudad deportiva que nunca fue, pero que alguna instalación tiene, se construirá, aparte de un estadio con ínfulas de pitufo Bernabeu, un hotel, una zona comercial y un aparcamiento de mil plazas. Con tres cuartos de siglo por delante para amortizar la inversión y explotar beneficios. Por la fundación. Eso sí: al hotel le llaman residencia deportiva, un guiño —qué duda cabe— a la actual calificación del área como equipamiento público de uso deportivo.
Desconcierta el empeño de este ayuntamiento, que sigue la estela de otros de catadura ética laxa, en deshacerse de suelo público para construir instalaciones públicas. Equipamientos municipales que acaban explotados por empresas privadas, aunque mantengan una titularidad pública que no deja de ser paradójica. Ahí tienen la piscina municipal de río Huelo, que lleva el nombre del gimnasio que la explota. Son concesiones administrativas por las que se paga un canon, sí. Y se justifica. Con el mismo desparpajo que se considera procedente que sea el Ayuntamiento quien pague un canon para usar las instalaciones y jardines del Faro. No hay la más mínima contradicción, o al menos nuestros mandatarios no la ven, en estas decisiones. Política municipal eficaz e inteligente, maximización de los recursos, visión de futuro… en fin, ya se conocen la cantinela.
Ahora toca, unos cuantos años después del primer compromiso, levantar, acorde con la categoría de la ciudad, un campo de fútbol que será estadio… y hotel, zona comercial y aparcamiento de pago. Una recalificación urbanística así sería motivo de debate ciudadano, quizá encendido, más si la promueve el propio Ayuntamiento, su equipo de Gobierno que tiene el VAR en la vara de mando ¿No hay otra forma de construir el estadio? Es más, neguemos la mayor ¿Es esta manzana, tan céntrica como acogotada, el lugar idóneo para acoger eventos de 10.000 personas? Sí, ya sé que me dirán que así nos va a salir gratis, que nos quitamos el engorro de encima y lo construyen otros. Quizá, pero ¿De veras creemos que la cesión no tiene un precio? ¿Cuánto cuesta, a la postre, recomponer la imagen balompédica de la ciudad?
Miguel Nieto es periodista y miembro de Marbella Activa.
El Dardo en La Palabra es su colaboración semanal en Onda Cero Marbella.
Leave a Reply