La especie humana a lo largo de su existencia en nuestro planeta se ha ido asentado y colonizando progresivamente grandes extensiones de territorio de tal forma que nuestros congéneres están presentes en prácticamente la totalidad del globo terráqueo. La humanidad ha estado en constante expansión desde hace millones de años buscando nuevos horizontes desconocidos donde encontrar nuevas oportunidades para sobrevivir. Potencias europeas como la Corona de Castilla, Inglaterra y Portugal se echaron a la mar a principios del siglo XV para descubrir inmensos territorios de naturaleza virgen. Estas expediciones navales cartografiaron buena parte del planeta e incluso a principios del siglo XVI se produjo la primera circunnavegación del mundo gracias a la expedición de Magallanes. En aquellos siglos el ser humano se lanzó a una aventura sin precedentes en la historia de la humanidad, buscando, sobre todo, las riquezas que les ofrecía un planeta inmenso e ‘inagotable’ de recursos naturales.
Han pasado ya varios siglos y esos horizontes antes desconocidos están marcados por las huellas humanas. Todo está descubierto ya y esas sociedades aventureras y hambrientas de una mejor vida han quedado inmóviles en un mundo que se nos queda pequeño.
Esos océanos que fueron navegados por naos, carabelas y galeones están ahora ocupados por grandes buques que transportan innumerables bienes de consumo de un lado para otro.
Grandes barcos que junto a trenes, camiones y aviones son una pieza clave para sostener una sociedad de consumo que devora sin descanso los recursos naturales del planeta a la vez que los degrada y contamina. Aquel planeta que parecía inagotable ha sucumbido ante el expolio de sus riquezas. La especie humana sumida en un incomprensible desenfreno está atrapada en su propio progreso y no quiere parar un modelo económico insostenible que nos traerá consecuencias irreversibles para todos. Nuestro planeta está gravemente enfermo y los síntomas más claros se manifiestan en la perdida de biodiversidad y el cambio climático. Ante esta situación muchos seres humanos ven un futuro muy complicado para nuestra sociedad a no ser que pongamos remedio con medidas drásticas que cambien nuestra forma de vida y eviten una catástrofe medioambiental.
Ese sentimiento de incertidumbre también lo tenía la joven sueca Greta Thunberg cuando el pasado 20 de agosto de 2018 decide iniciar una huelga escolar por el clima. Thunberg decidió no acudir a la escuela los viernes hasta que su país redujera las emisiones de carbono tal y como habían suscrito en los Acuerdos de París. Su protesta ha servido como ejemplo a muchos jóvenes de otros países y ha sido el detonante para que el pasado 15 de Marzo de 2019 muchos de ellos salieran a las calles a protestar en lo que han llamado Friday for future.
La revolución verde está en las calles representada por los jóvenes europeos y amenaza con extenderse por gran parte del planeta. La realidad se impone y cada vez son más los jóvenes que están dispuestos a defender su futuro y alzar su voz. Como dice uno de sus lemas mas conocidos “No hay planeta B”.
Ese argumento tan contundente es también refrendado por el sexto informe de Naciones Unidas por el cambio climático avalado por 250 científicos de 70 países. En este documento se piden cambios drásticos para poder cumplir los acuerdos de París y poder evitar una situación irreversible sobre los recursos ambientales y la salud humana. El informe además resalta que la humanidad no está cumpliendo los objetivos fijados para 2030 y 2050 en lo referente a cambio climático, protección del medioambiente y desarrollo sostenible. La situación es preocupante debido también a que a los problemas anteriormente citados hay que añadir la perdida de biodiversidad, la contaminación del aire, la drástica reducción de los recursos hídricos, la contaminación por plásticos de los mares y océanos, la sobrepesca y la sobrepoblación humana. (En la actualidad somos 7.500 millones de habitantes y la ONU para 2050 prevé unos diez mil millones de personas).
Ante estos datos y realidades tan inquietantes no queda otro remedio que cuidar nuestro planeta y tomar medidas a nivel personal y políticas para revertir la situación. La sostenibilidad es por lo tanto el concepto del futuro en muchos ámbitos de nuestra sociedad.
Este nuevo concepto de sostenibilidad condicionará la política en un futuro próximo y tendrá como pilar básico el respeto por el medioambiente para poder crear ciudades eficientes en la lucha contra el cambio climático.
Ese nuevo modelo social de ciudades sostenibles comienzan a ser una realidad en determinados lugares del mundo donde se están empezando a tomar medidas destinadas a intentar paliar esta situación. Marbella también debe ser una ciudad que se posicione desde el punto de vista político y social a favor de la lucha contra el cambio climático y la perdida de biodiversidad y de esta forma fomentar proyectos ambiciosos en favor de nuestro planeta y la calidad de vida de los nuestros ciudadanos.
Los jóvenes son la esperanza y son ellos los que progresivamente van a demandar esas políticas necesarias para un futuro mejor. Son ellos, la primera generación en la historia de la humanidad que se verán obligados a defender y cuidar el hogar de todos. El planeta tierra.
Leave a Reply