Apenas me quedan fuerzas para resistir el constante empuje de las olas, parece que el mar las envía, a veces con furia, para hacerme caer en sus profundidades. Este mar testarudo e incansable quiere convertirme en un uno mas de sus miles de náufragos, uno mas de su siniestra colección de desgracias que sin remedio pasaría a formar parte de su paisaje submarino. Hundido bajo el mar, con el tiempo formaría parte de el. Quedaría disfrazado entre sus arenas y rocas, mis maltrechas estructuras de hormigón se colmarían de algas, anémonas, invertebrados y vertebrados. Con el tiempo me transformaría en el anfitrión de un valioso ecosistema marino donde muchos peces de las profundidades encontraran cobijo dentro de mí.
Apenas me quedan fuerzas, es cada vez mas grande mi deterioro, pero aun así no me hago a la idea de sucumbir bajo la superficie del mar. Quiero seguir en pie, rodeada por las aguas del mediterráneo, mirando al cielo azul y a las estrellas, quiero seguir mirando a Marbella, a su sierra, a la playa y sus gentes, quiero seguir en pie resistiendo el empuje de las olas.
La nostalgia forma parte de cada una de mis estructuras, me he convertido con los años en un testigo superviviente del pasado minero de Marbella. Sí, me crearon para ser de utilidad en aquellos años en los que la magnetita extraída de la mina del peñoncillo era transportada hasta el mar a través de vagonetas suspendidas en el aire por de cables de acero. A mis pies fondeaban grandes cargueros sedientos del preciado mineral que mecidos por las olas aguardaban pacientemente a colmar sus bodegas.
Después de aquellos años frenéticos pase a ser víctima del olvido, ignorada por todos. Solo las aves seguían visitándome de forma diaria. Solo ellas me hacían compañía, mi estructura industrial comenzó a servir de lugar de cría para las aves marinas, de posadero para el águila pescadora, de lugar de descanso para las cansadas aves migratorias. Mientras, en los templados inviernos los cormoranes vuelan hacia mí para desplegar sus grandes alas y secarlas al sol después de un buen rato de inmersión en busca de alguna presa. Me visitan los simpáticos charranes patinegros, gaviotas reidoras, cabecinegras, sombrías, incluso el colorido martín pescador. A mi alrededor otros amigos alados dan vida al horizonte como las pardelas cenicientas y los enormes alcatraces atlánticos que no cesan de zambullirse bajo el mar buscando su alimento.
Gaviotas, Charranes y Cormoranes son mis mejores amigos, ellos nunca me abandonan y permanecen a mi lado día y noche. Estos guardianes alados están sumidos siempre en un trasiego constante, en un ir y venir desde los lugares mas lejanos y recónditos del mar. Para ellos soy una valiosa atalaya, un torreón inexpugnable que les da cobijo y seguridad.
Las aves me necesitan y yo a ellas también, ellas se preocupan por mi, me lo dicen todos los días con sus cantos alborotados y ruidosos, me dicen que resista que no desaparezca bajo las aguas del mar.
En una mañana de mar calmada los guardianes alados me dijeron que algo extraordinario estaba a punto de ocurrir, algo que me llenaría de alegría y esperanza, me aseguran que no volveré a estar sumida en el olvido.
Aquella mañana comenzó a agolparse gente en la playa cercana, se echaron a la mar con canoas de colores y navegando afanosamente salieron a mi encuentro, vinieron a visitarme dando vueltas a mi alrededor como las aves que llegan de lugares lejanos, llegaron cargados de sentimientos, de afectos y con sus remos levantados al cielo. Ya no me siento olvidada, ahora me doy cuenta de lo que soy, un icono identitario de mi pueblo.
Estoy colmada de esperanza, tengo a la virgen marinera sumergida a mis pies, mi silueta enamora por su simbolismo nostálgico y los poderosos sentimientos de las gentes de Marbella están de mi parte. Quieren que siga en pie, orgullosa de nuestro pasado minero. Apenas me quedan fuerzas pero resistiré el constante empuje de las olas, seguiré mirando a Marbella, a sus playas y sus gentes, seguiré sobre el mar para siempre en las noches de luna llena, seguiré… siempre eterna.
Antonio Figueredo Navarrete. Vicepresidente de Marbella Activa
Muchas gracias José María por tu bonito comentario. Saludos.
By: Antonio Figueredo NavarretePerdón, el teclado de mi tablet me ha gastado una broma, quise decir "echado una mano". Disculpas, José María
By: José MaríaAntonio: que fantástica manera de meterte en la piel de la torre del cable para hacerla hablar. Has elegido una figura narrativa muy original, y has trasmitido emoción ! Has revoloteado libremente por la literatura y has hechado mano de tus fieles aliados: las aves. Que maestría. Un abrazo! José María
By: José María